Mi tatuaje guarda las huellas de otros mundos que se han perdido en el tiempo. Días encadenados, una sucesión de soles y lunas a los que sólo respondía "eso es una larga historia". Yo no soy la niña del tatuaje bonito, ni tampoco la del indio sobre el caballo; esa es una mofa cruel. Mi historia es real y si tuve que aprender a caminar de nuevo, es para hacer que los pasos cuenten más. Quizás podrán borrar los caminos que recorrí, pero tal vez con suerte ni en un día de eclipse lograrán silenciar a su voz llamándome; hay un corazón que no me abandona, a pesar de tener la fachada derruida. Su voz a veces palpita y deshace eclipses para que pueda abrir mis ojos de nuevo.
- Cristina Torreño