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Del mar de invierno aprendí que puedes soltar todo enseguida, todo menos lo que lleves adentro; pero que si esa segunda piel es noble, puede convertirse en tu salvavidas. El mar está hecho de imprevistos, nosotros también somos uno de ellos. Remamos para alcanzarnos si nos escuchamos. Cuando no decimos nada, las olas irremediablemente nos alejan. Dicen que el mar siempre devuelve a la orilla todo lo que no le pertenece. Supongo que al igual ocurre con nosotros. Sólo nos unimos cuando la dirección de cada corazón, palpita a la otra.