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Para que unos aparezcan, a otros nos toca desaparecer. Nadie es imprescindible, pero todos somos irremplazables en este tablero loco; hasta el peón más roto es fundamental para que el movimiento de las otras figuras tenga sentido. Pero a veces es obligado irse a otro tablero; aunque también tenga a sus reyes, sus caballos, sus torres del otro lado que puedan dar jaque mate a tu vida. A veces hay que salirse antes de que sea tarde, tan tarde que no sepas ni que eres un simple peón y sientas que la partida del vivir se ha acabado.