hay algo que hace llorar a cualquier persona y es el ser consciente de que si para otra persona somos un cero en su escala de valores, pues tomará cada una de sus decisiones alrededor de la idea de que no existimos. Y no se trata de convencer a la otra persona de que sí, que somos un millón de cosas buenas, más bien consiste en seguir latiendo hasta que un día descubramos por qué realmente estamos aquí para vivir sin permiso de nadie.
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