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- Cristina Torreño
- 10 ago 2024
- 1 Min. de lectura
Aquello que no se puede comprar guarda el tesoro del tiempo. Son esas pequeñas de las que desconocemos cuándo aparecen y cuándo desaparecen; mientras tanto sólo podemos hacer magia con el corazón, aunque nadie nos esté mirando y seamos expertos en eso de la invisibilidad. Sólo los latidos dejan huellas en otros corazones, huellas de esas tan personales; que nacen para que al menos alguien las escuche.