El destino se talla a través de nuestras vetas

Siempre digo que el día que tallaron mi destino, se olvidaron de utilizar el cincel de la perfección. Si lo miras de cerca, encontrarás que está repleto de vetas que cuentan cuánto disto del manual de lo acabado, de lo apolíneo.. No pertenezco al bando de lo perfecto y creo que jamás podría llegar a serlo. Si así fuese, quizás sería como un diamante de una talla brillante. Pero tan duro que nunca podría abrazar a algún corazón. Es así como funcionan las cosas en este mundo. Para podernos unir a su piel, hemos de entender cuánto de permeable es la nuestra. Es tan sensible como la madera que tiene el potencial de ser un árbol, un mueble, una casa y volver al suelo al final del trayecto. Tal vez así seamos las personas, como esa madera que es dueña de su presente imperfecto pero que siempre tendrá la oportunidad de cambiar el futuro porque aún lo desconoce.