Somos de nuestros símbolos

Hace unos días me pasó algo curioso que me hizo leer un libro de psicología sin tener una idea muy profunda acerca de esta rama. Fui al médico porque tenía unas palpitaciones extrañas y una debilidad inusual desde hace unos meses. Estuvimos conversando y le comenté acerca de un sueño que había tenido recientemente. En el sueño aparecía un chico que me decía que tenía una tara en el corazón, que me pasaba algo serio y se iba mientras me daba la espalda. Si en mi familia no hubieran existido antecedentes de problemas de este tipo, el sueño hubiese quedado en el olvido. El médico me explicó que hace tiempo había leído en un libro que no existe un manual para los sueños definitivo

y que para cada soñante los símbolos tenían diferentes significados. Me contó que según aquel libro, los sueños pueden ser nuestros aliados. Estos son como los equilibristas del día a día que vivimos de forma consciente. Muchas veces los símbolos que soñamos pueden alertarnos de que algo no nos hace bien o que si seguimos por un determinado camino, estaremos expuestos ante un peligro. Cuesta creer que algo tan alegórico y lleno de símbolos pueda decirnos tanto acerca de lo que no está compensado en nuestras rutinas diarias. Cuesta aceptar que somos de

lo que hacemos con nuestros símbolos, que somos una dualidad en búsqueda de una baja entropía individual. Cuesta creer que aquel día el médico me enviara a realizarme varias pruebas y un libro descatalogado. Cuesta creer que somos esos símbolos que vemos en cualquier cosa, esas imágenes que nos evocan lo bueno, lo regular y lo malo.