Una caracola para respuestas cerradas
- Cristina Torreño
- 10 may 2022
- 1 Min. de lectura

Aquellas respuestas cerradas tumbaron al corazón antes de que pudiera hacer algo para remediarlo. Los pulmones se llenaron de un aire de pesadumbre, exhalaban un aullido que decía "dame un pequeño respiro". Mi abuelo sabía que era mejor un día malo bajo el levante que desprender un aire de aflicción. Él no era consciente de ello. Aquel día en el que me regaló la caracola, supo decirme que estas siempre responden al mundo con su mejor melodía; independiente del soplo que alberguen dentro. Una caracola es capaz de emitir una respuesta, aún estando lejos del mar y siendo arrinconada en el mueble más inútil de la casa. Una simple caracola puede ser el eco en una habitación cerrada y hacer que un universo entero toque a su puerta para entrar. Por eso creo tanto en ella, porque puede ser todo lo que nadie le preguntó pero supo responder



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